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Crónica de una tragedia llamada Dana

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No sé muy bien cómo empezar, no soy muy dado a redactar y mucho menos a pedir ayuda pero bueno, lo intentaré.

Me llamo Toni Sánchez, tengo 44 años soy enfermero y vecino de Alfafar. Hoy vengo a hablaros de mi historia; una más entre otras miles donde el resultado es una tragedia; en forma de DANA, pero como cualquier otra que también necesita ayuda.

Mi objetivo volver a comenzar junto con mi madre, superar las adversidades y los efectos de nuestra catástrofe e intentar volver en la mayor brevedad posible, a la que va a ser nuestra nueva normalidad.

Y por primera vez en mi vida voy a pronunciar la frase que vais a leer a continuación, porque para hacer todo esto NECESITO VUESTRA AYUDA.

MI HISTORIA:

Hace unos 7 años me hipotequé junto a mi madre que tiene 67, en una vivienda en planta baja, algo que a ambos siempre nos había hecho ilusión.

El día 29 de octubre de 2024 amaneció nublado con alguna llovizna como los días anteriores, razón por la cual decidí no salir en bici como hago cada mañana. Al librar en el trabajo dediqué el día a hacer cosas en casa.

En las noticias decían que la previsión era de lluvia intensa, pero como es habitual en Valencia y alrededores, no fue para tanto, apenas llovió ese día.
Por la tarde recibimos algunos mensajes de amigos y familiares que el barranco que pasa por Paiporta y Catarroja venía con mucho caudal pero no hubo avisos de alerta hasta que el agua ya la veíamos venir.

COMIENZO DE UNA PESADILLA

No sé exactamente la hora, pero empecé a ver el agua entrar por la calle, sobre las 20h aproximadamente. Mi máxima preocupación era que me entrara un palmo de agua en casa y la cantidad de cosas que se me iban a estropear.

En cuestión de 10 minutos pasamos de 4 dedos de agua en la calle, a metro y medio en casa. Cuando intenté sacar a mi madre de casa ya era tarde, el agua entraba en casa por encima de la mirilla de la puerta, por el sumidero del patio y por todos los desagües de la casa como si fueran géiseres.

Mi madre se resbaló con el agua, la levanté y la llevé al patio trasero que tenemos, no teníamos donde ir y la puerta no iba a resistir demasiado. Subí a mi madre a una silla, yo con ella y la abracé, ya teníamos casi un metro de agua dentro.
Entonces se oyó un estruendo, la puerta de la calle reventó y un torrente de agua entró con tanta violencia que arrastró todo lo que cogió a su paso. Aunque quisiéramos no podíamos salir, todos los muebles, la nevera y trastos que entraron junto al agua tapaban la puerta.

El nivel del agua no dejaba de subir y empezamos a gritar con la esperanza de que los vecinos pudieran oírnos y así fue. Les pedí que intentaran romper la reja de la ventana que teníamos encima, la cual da a la escalera de la finca y a ver si podían tirarnos algo para subir, en ese momento estábamos subidos al respaldo de la silla y mi madre tenía al agua por la barbilla. El frío era horrible y yo solo le pedía que me abrazara para mantener el calor. No puedo evitar emocionarme al pensar que hubo un momento en el que pensé que tendría que despedirme de mi madre porque no íbamos a salir de ahí.

De repente, Jackson, un chico al que un rato antes refugiamos en la escalera, empezó a picar con un martillo y un destornillador los anclajes de la reja de la ventana. Los cascotes nos caían sobre la cabeza pero el chico arrancó la reja en seguida, y nos echaron una escalera por donde pudimos sacar a mi madre y salir yo después.

Allí estaban mis vecinos, con ropa y mantas. Fueron momentos difíciles de explicar, lloraba de alegría por ver viva a mi madre, de impotencia, de pena… es muy duro recordarlo con tanto detalle.

Esa noche la pasamos enrollados en mantas, sin luz, sin agua, sin comunicaciones de ningún tipo, saliendo a la ventana rezando por que el nivel no subiera más.

UNA NUEVA REALIDAD CON UN NUEVO COMIENZO.

Al día siguiente vimos la cruda realidad del desastre. Nada de lo que se pueda ver en televisión o redes puede hacer justicia desastre lo que hemos vivido y estamos viviendo aquí, por mucho se queda corto. Lodo, lodo y más lodo, junto con basura, muebles y electrodomésticos dentro de las casas, fuera, lo mismo y además cientos y cientos de coches hacinados en cada calle. Mi coche lo vieron a más de 500m de donde lo aparqué, el de mi madre no se sabe.

En cuanto conseguí calzado y algo de ropa bajé a mi casa a ver el destrozo, estaba todo pero no quedaba nada. Ni un solo mueble, atornillado o no, estaba en su sitio, todo lo que estaba a menos de 2m de altura estaba destruido.

Empezaba una carrera contrarreloj para intentar salvar cualquier cosa útil antes de empezar a sacar cosas a la calle, por desgracia poca cosa. La ropa de cama que estaba en l parte alta de los armarios empotrados, algo de comida enlatada, y poco más.

El reloj de mi cocina se paró a la 21h y en cierta manera puede que algo de nuestras vidas se parase con el. Pero llega el momento de continuar de abrazar la vida y con ella volver a construir una nueva segunda oportunidad y con ella crear y volver a reconstruir, en la medida de lo posible; nuestro hogar.

Aquí es donde necesito tu ayuda, para volver a construir, para volver a empezar y para poder seguir, una ayuda que llega con el corazón lleno de gratitud por inmensidad de cosas y que se escribe con la palabra: PRINCIPIO.

GRACIAS

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