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Roberto Feliz was an extraordinary man whose presence impacted everyone around him, whether on the baseball field, the basketball court, or in his family life. As a dedicated athlete, Roberto’s early days were marked by his love for basketball in the vibrant 30 De Mayo neighborhood of the Dominican Republic. He had an innate talent for the game, with his competitive spirit and athleticism making him stand out. On the court, his leadership and discipline earned him respect, and his passion was contagious, inspiring younger players and those around him to strive for excellence.

But basketball was only part of his story. Roberto’s true calling shone brightest when he took on the role of a baseball coach. His coaching was more than just teaching techniques—it was about building character, teamwork, and resilience in his players. His deep knowledge of the game, coupled with a natural ability to guide and motivate, made him a beloved figure in the baseball community. Whether it was shaping young athletes or working out strategies, Roberto’s commitment to excellence turned him into a mentor many looked up to. His influence on the diamond left an indelible mark on generations of players who carried his lessons both in sports and in life.

Beyond sports, Roberto had a deep love for cars. His work in auto body was an extension of his passion for precision and craftsmanship. He enjoyed not only working on cars but the satisfaction of seeing a job well done—a car transformed from damaged to pristine. His dedication to his craft reflected the same care and attention to detail that he brought to every area of his life.

As a father, Roberto was nothing short of remarkable. He had the wisdom of an older brother, being the eldest of five siblings, and this nurturing nature flowed into his role as a dad. He was a constant source of guidance and support, teaching his children the values of hard work, respect, and perseverance. His love for family was evident in everything he did, from the long hours he worked to provide for his family to the time he dedicated to being present in their lives. His siblings always knew they could rely on him, not only for advice but for his unwavering support in every situation.

Roberto Feliz was a man of many talents, but it was his generosity, humility, and devotion to those he loved that truly set him apart. His life, filled with passion for sports, cars, and family, remains a legacy of a man who lived with purpose and left a lasting impact on everyone fortunate enough to know him.

Roberto Feliz fue un hombre extraordinario cuya presencia impactó a todos a su alrededor, ya fuera en el campo de béisbol, en la cancha de baloncesto o en su vida familiar. Como atleta dedicado, los primeros días de Roberto estuvieron marcados por su amor al baloncesto en el vibrante barrio 30 De Mayo de la República Dominicana. Tenía un talento innato para el juego, y su espíritu competitivo y atletismo lo hacían destacar. En la cancha, su liderazgo y disciplina le ganaron respeto, y su pasión era contagiosa, inspirando a los jugadores más jóvenes y a quienes lo rodeaban a esforzarse por la excelencia.

Pero el baloncesto era solo parte de su historia. La verdadera vocación de Roberto brilló con mayor fuerza cuando asumió el rol de entrenador de béisbol. Su entrenamiento no consistía solo en enseñar técnicas; se trataba de construir carácter, trabajo en equipo y resiliencia en sus jugadores. Su profundo conocimiento del juego, junto con una habilidad natural para guiar y motivar, lo convirtieron en una figura querida en la comunidad del béisbol. Ya fuera formando jóvenes atletas o elaborando estrategias, el compromiso de Roberto con la excelencia lo convirtió en un mentor admirado por muchos. Su influencia en el campo de béisbol dejó una marca imborrable en generaciones de jugadores que llevaron sus lecciones tanto en los deportes como en la vida.

Más allá de los deportes, Roberto tenía un profundo amor por los autos. Su trabajo en carrocería era una extensión de su pasión por la precisión y la artesanía. No solo disfrutaba trabajar en autos, sino también la satisfacción de ver un trabajo bien hecho: un auto transformado de dañado a impecable. Su dedicación a su oficio reflejaba el mismo cuidado y atención al detalle que aportaba a cada área de su vida.

Como padre, Roberto fue nada menos que extraordinario. Tenía la sabiduría de un hermano mayor, siendo el mayor de cinco hermanos, y esa naturaleza protectora fluyó en su rol como padre. Era una fuente constante de guía y apoyo, enseñando a sus hijos los valores del trabajo duro, el respeto y la perseverancia. Su amor por la familia era evidente en todo lo que hacía, desde las largas horas que trabajaba para mantener a su familia hasta el tiempo que dedicaba a estar presente en sus vidas. Sus hermanos siempre sabían que podían contar con él, no solo por sus consejos, sino por su apoyo incondicional en cualquier situación.

Roberto Feliz fue un hombre de muchos talentos, pero fue su generosidad, humildad y devoción a los que amaba lo que verdaderamente lo distinguió. Su vida, llena de pasión por los deportes, los autos y la familia, sigue siendo el legado de un hombre que vivió con propósito y dejó un impacto duradero en todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo.